Anoche mi pueblo gritaba clamando,
pidiendo justicia, palabras de cambio.
Pisadas de libertad sostenían nuestro paso
y latidos de unión asistían el reclamo.
Anoche mi pueblo valiente se alzaba,
arrojando al suelo la efímera mordaza.
La palabra desnuda era nuestra arma,
desprovista de engaño acompañaba nuestra marcha
Anoche mi pueblo despertaba,
sintiendo el poder que perdido creían,
reclamando el derecho a pronunciar la palabra.
Pero hoy desperté y nada cambiaba.
Mi pueblo dormía, padecía y callaba.
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